"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

PLACER POR LA INVESTIGACION Y LA DOCENCIA. Diego Mario Zuluaga Osorio. Lic. Filosofía y Letras USTA. Esp. Planeación, Desarrollo y Administración de la Investigación. UMB.

¿PORQUÉ PROTESTAMOS?

Posted by Diego Mario Zuluaga O. on noviembre 21, 2019

¿PORQUÉ PROTESTAMOS?

 

“No faltan razones para marchar. Sobran” (Grenfieth Sierra. U. Rosario)

La constitución política de Colombia permite que se ejerza el derecho a la protesta guardando las proporciones, el decoro, sin actos bochornosos que desdibujan precisamente el concepto de esa movilización. Pero qué hace que los colombianos precisamente demostremos nuestra inconformidad y basta marchar para entender que el cansancio de los mismos con las mismas, de los actos de corrupción, la desigualdad social, el bombardeo con la propaganda amarillista por un lado y la oficial por el otro, las divisiones de los clásicos regímenes y partidos políticos han diezmado la paciencia del electorado, de los miembros y actos de la sociedad.

 

El conglomerado tiene la obligación de sublevarse, cuando los buenos ciudadanos deconstruyen los argumentos o mejor los principios éticos y morales de los gobernantes, de los elegidos para representarnos en cada uno de los niveles que la política exige; muchas veces sin reflexionar sobre las causas o quién es el responsable, vamos dejando que otros manejen nuestra ideología y nos dejamos llevar como borregos al matadero, hacía una sin salida cultural en la que no se entiende el gobierno ni cómo gobernar.

 

Sin embargo, es una decisión política del electorado cuando se determina a enfrentar la insensatez, la desigualdad y la miseria en contra de esos fundamentos históricos y dogmáticos a la que estamos enseñados por aquello de la democracia en la que vive Colombia, es decir, un constitucionalismo basado en la tradición e imposición de las castas políticas que no representan la manifestación del sujeto pasivo social.

 

No podemos esperar a ser atemorizados por las fuerzas leales al Estado, antes, por el contrario, debemos unirnos a las mismas para demostrar que no es necesario la fuerza para reprimir una manifestación, concertar con estos la manera de solucionar ese conflicto; no es necesario recurrir a la violencia ni a los actos vandálicos para forzar una solución pues “un gobierno democrático no debe ver en la protesta social una amenaza” (Sierra 2019), antes es esa expresión democrática la que indica la madurez de la sociedad y la sensatez de los gobernantes, pues es a partir de allí en donde se deben hacer esos cambios y correctivos necesarios en la administración para generar ese ambiente de seguridad que no excluya los partidos ni las ideologías.

 

La democracia es precisamente esa oportunidad que se tiene de cohabitar con ideas contrarias, de manejar la desigualdad y solucionar las diferencias sociales entre pares de diversidad social, permitiendo ella fortalecer la misma, reconociendo los derechos fundamentales y propendiendo porque estos se respeten, se asegure la vida, sin ataques a etnias culturales, líderes sociales por parte de agentes desestabilizadores y no se aumente ese déficit de democracia que se vislumbra a diario.

 

Significa lo anterior, que se deben cambiar los paradigmas de gobierno, dejando los odios del pasado y la historia malsana que ha campeado en la evolución de Colombia a través del tiempo; es esa conciencia del presente la que nos llevará a entender el siglo XXI, pero al mismo tiempo a comprender la nueva modernidad; interpretar los desafíos de esa legitimidad que tiene el hombre como ser social. Es esa autoridad moral que tiene el sujeto social pasivo para exigir la construcción de unos nuevos consensos políticos, reformar la gobernabilidad, pero lo más importante garantizar que no se continúe con el daño causado, sino que por el contrario se autodetermine una mejor gobernabilidad con representación en todos los estamentos para sufragar precisamente esas necesidades que demuestran las desigualdades que hacen que el individuo proteste amparado en la carta política.

 

Por eso, cuando nos llamen a marchar, debemos hacerlo con la convicción de un cambio generacional y social, sin esperar que otros terminen ganando indulgencias con padrenuestros ajenos.

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