"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

PLACER POR LA INVESTIGACION Y LA DOCENCIA. Diego Mario Zuluaga Osorio. Lic. Filosofía y Letras USTA. Esp. Planeación, Desarrollo y Administración de la Investigación. UMB.

ESTAMOS EN UNA EPOCA DE ESPERANZA

Posted by Diego Mario Zuluaga O. on diciembre 13, 2016

“La esperanza es lo último que se pierde”, frase conocida y traducida a múltiples idiomas, para indicar ese efecto de una actitud viva y confiada en el futuro, pues el futuro se construye con un presente continuo en palabras de Manfred Max Neef, (Economista, Chileno, premio nobel de economía), a partir de esos actos históricos que trascienden lo natural del hombre, y el sentido común de este al momento de implicar el conocimiento, la experiencia y la dinamización de la creatividad.

La esperanza es un término de lucha, desarrollado desde lo teológico hasta lo económico, de lo político hasta lo social con el único fin de adelantarnos al devenir existencial, o hacer reflexiones de inspiración para un nuevo actuar, un nuevo porvenir o una mejor vida. Planos en donde la doctrina y la dogmática tienen mucho que ver, pues la esperanza depende de la actitud del individuo, de las tareas desplegadas para lograr sus pensamientos futuros, o mejor una intermediación entre el plano espiritual y lo real.

Nos encontramos en un tiempo nuevo, un pensamiento latino dirigido hacia la modernidad construido a partir de la historia del futuro, prácticas empíricas realizadas desde tiempos inmemoriales para cambiar la ideología latina, herencias genéticas  por evolucionar y sin embargo oímos palabras como “Colombia es un país de esquizofrénicos”, proferidas por Pape Mujica (Expresidente Uruguayo) al referirse a las votaciones por el plebiscito para indicar que no hemos podido entender la bienaventuranza de la esperanza, unas buenas nuevas desarrolladas para cambios estructurales del país, y sin embargo seguimos luchando por aquello que cambiará la dinámica social de Colombia, claro está, que para ello se necesita practicar la esperanza, una educación que forme ciudadanos y no empleados, y dejar a un lado conceptos partidistas que empeoran el llegar a una paz cercana más no lejana.

Esa falta de esperanza del ser humano produce individuos insensibles, sicópatas y enajenados mentales que atacan a todos los géneros de la sociedad, no se respetan los derechos humanos y muchos menos los fundamentales; una desesperanza arraigada en el fondo de la psique del hombre, consumida por la indiferencia y la inequidad, por falta de conciencia social o como dirían otros, nos enfrentamos a una sociedad indolente en donde nada importa, un capitalismo salvaje que arrasa con toda idiosincrasia en contra del hombre, pues la esperanza no es otra cosa que ausencia de aquello que nos llena la vida, que nos hace felices y en últimas no nos deja ver la realidad como es, sino apegados a aquello que queremos, pero por lo que no luchamos.

Se requiere tiempo para construir la esperanza, pero al mismo tiempo viajar por el carisma de hechos sostenibles que permiten identificar lo real de lo irreal, de la verdad y sus falacias, o concertación y proyección de las expectativas no conquistadas, o no morir agazapados en la incomparable elasticidad de la vida. La confianza es la solución, en las estrategias, las habilidades, hazañas y destrezas que van inmersas en la profundidad de la intelección del hombre.

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