"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

PLACER POR LA INVESTIGACION Y LA DOCENCIA. Diego Mario Zuluaga Osorio. Lic. Filosofía y Letras USTA. Esp. Planeación, Desarrollo y Administración de la Investigación. UMB.

LA JUSTICIA UNA UTOPIA EN UN PAIS DE CORRUPTOS

Posted by Diego Mario Zuluaga O. on noviembre 28, 2018

La espada de Damocles es una buena fábula para comenzar este artículo. Cuenta la historia que Damocles al querer ser rey en la época de Dionisio, quien permitió que este fuera soberano por un día y ya en la noche, después de haber disfrutado de las mieles del poder, se acostó y al despertar vio sobre su cabeza una espada que colgaba sostenida por un pelo de crin de caballo, y este al notar esto, salió despavorido del sitio pues no quería seguir siendo el rey.

Ello para significar que el ser humano de alguna manera siempre lleva en su cabeza una espada colgante, que le sirve de juez y de verdugo, bien desde envidiar la suerte de los demás, el poder de los otros, o asumir roles que no le corresponden y en efecto eso está sucediendo en Colombia. La justicia que no es justicia, un remedo de legalidad donde no la hay y como si fuera poco, personajes que representan la misma con la espada de Damocles en sus cabezas, y nada hacen para reparar esa utopía de ser justos en un mundo de injusticias, con toda su ironía y falsedad.

En qué momento se olvidó que el administrar justicia es buscar la verdad, obrar con principios éticos, pero también rememorar personajes como el rey Salomón, justos y diáfanos, ese ideal de justicia en el Quijote de la Mancha o a la que se refería Calderón de la Barca en su Juicio Crítico; o Santo Tomás en la Summa Teológica, y hasta la lucha de los caballeros de blanca armadura contra las situaciones anormales, protegiendo damiselas o reinados. Muchos ejemplos de fenómenos y momentos en donde el concepto de justicia si valía, pero esta ha cambiado de valor, esta ha sido permeada totalmente por la anticoncepción de valores, por la influencia de fenómenos sociales y antisociales, por la riqueza y la pobreza.

Para Platón había un ideal de justicia amparado en las virtudes y en la forma de hacer el bien,  habla de la prudencia, la templanza y la valentía como valores en los cuales se debe sostener el ideal de justicia, y lo relata ampliamente en su libro “La República”. Desde allí explica como el Estado es artífice de esas virtudes de justicia, desde la expedición de normas hasta quienes deben hacerlas cumplir, y cómo castigar ponderadamente. Pero lejos estamos de entender las palabras de este pensador, quien se sacrificó precisamente al beber cicuta por no vender sus principios ni su concepto de verdad.

Con qué cara vemos a nuestros administradores de justicia, si desde el mismo Estado se promociona la antijusticia. Basta ver lo ocurrido con presidentes y expresidentes, magistrados, jueces y fiscales y otra cantidad de personajes permeados por la injusticia, por la ambición descomunal, camino a las cárceles, a las detenciones y prisiones domiciliarias. Es decir, usando el poder y la fuerza en beneficio propio, empobreciendo al Estado, perjudicando a los más pobres, esto de por sí es una pirámide que causa daño desde donde se le mire.

Vamos en búsqueda de la utopía, esa a la que se refería Arístocles verdadero nombre de Platón, como la perfección en el manejo del Estado, en la administración por parte de los gobernantes, en el ideal de los políticos, en una verdadera justicia donde se protegiera al desvalido, se sancionara a quien era culpable, pero no. Vamos hacía una justicia muerta, nace muerta desde el mismo momento en que no se nos protegen nuestros derechos, nada hace el Estado por satisfacer las necesidades sin ser un Estado paternalista porque ese es otro cuento para otro artículo; nace muerta cuando llevamos mucho tiempo con la corrupción rondado en el ambiente, políticos dedicados a esquilmar al Estado, a enriquecerse individualmente o colectivamente dependiendo del grupo al que pertenezcan, o sosteniendo una justicia con base en mentiras conceptuales, excusas sobre excusas y como si fueran pocos una cantidad de malechores con cara de buena gente que no reconocen sus errores y siguen jurando que en Colombia no pasa nada y que la justicia es recta y pronta. Eso sí es una Utopía.

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