"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

PLACER POR LA INVESTIGACION Y LA DOCENCIA. Diego Mario Zuluaga Osorio. Lic. Filosofía y Letras USTA. Esp. Planeación, Desarrollo y Administración de la Investigación. UMB.

LA PAZ, UN DERECHO HUMANO

Posted by Diego Mario Zuluaga O. on febrero 3, 2020

¿Hacia dónde va Colombia con el sin sabor social que enfrenta? Razón tenía Hans Kelsen cuando dijo “el derecho es por esencia un orden para preservar la paz”, y encontramos que dentro de esta sociedad hay justificantes, pero no instrumentos que nos permitan construir una sociedad de paz.

La cultura de paz es un concepto tejido a través de la historia, que requiere unos hilos que permitan organizar el mundo, pero guardando ese derecho inalienable de vivir juntos, con el respeto del conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamiento y estilos de vida que inspiran precisamente esa cultura del folklore que nos llevan a alcanzar esa visión de paz del ser humano consigo mismo, con los demás y hasta con la naturaleza.

 

Enfrentamos a diario manifestaciones, marchas de diferentes tipos de grupos, estudiantes, sindicalistas, empleados públicos etc., buscando ese reconocimiento en todos los ámbitos. Una dicotomía de ideas y pensamientos, a veces en contra del Estado, otras en contra de las instituciones, pero en últimas en contra de la sociedad si se consideran los perjuicios colaterales de estas.

 

Cómo hablar de la paz como un derecho, si este no se tiene dentro de esa conciencia universal, no se le ha dado la importancia que ello implica, y mucho menos hay creación y desarrollo en la opinión pública; esa raíz humana fundada en la idea común del individuo, para constituir la paz como objetivo y como principio. Esa dignidad inherente del ser humano, se ve frustrada cuando la tranquilidad de las expresiones en contra de lo que está mal, de esas acciones violatorias de los derechos fundamentales, del alejamiento de las políticas de Estado con las necesidades sociales, indican que ese patrimonio inalienable se ha permeado desde la arista en que se le mire.

 

La idea de paz, y la necesidad de su realización llevan a la protesta contra las tradiciones culturales e incluso contra el sentimiento religioso, es decir, que esos momentos históricos van pasando y regresan cíclicamente como consecuencia de los buenos o malos gobiernos. Hay un sentimiento común, y no es otro que hay elementos coincidentes de lo que es la paz y sus elementos constitutivos, es decir, esa convicción de la necesidad de paz.

 

No hay que olvidar que la paz es un valor, esencial para la vida y la realización de la humanidad, pero, así como sirve para construir también lo es para destruir, pero ello lo implica el curso de la historia, la violencia generalizada, pero al mismo tiempo el desarrollo de ese contenido ético, como consecuencia de la incivilización humana, de la incultura y de las guerras promovidas por los actores externos.

 

Dejamos de ser éticos cuando no construimos paz, si se tiene en cuenta que no reconocemos este como ese derecho exigible, pero al mismo tiempo ese deber de la existencia de ese derecho a la paz, a la conceptualización de la libertad humana en búsqueda de la significación de tolerancia para la convivencia pacífica y la lucha contra todo aquello que atente contra ese derecho a la paz. Ahora bien, si la paz es ausencia de violencia, también lo es esa idea múltiple de caracterizar al ser humano dentro de esa convivencia pacífica, alimentando lo humano, lo social, lo político y lo jurídico.

 

Estamos llamados a ser parte de las comunidades que buscan la paz, que están en contra de todo signo de violencia, pero al mismo tiempo respetando el derecho a protestar sin violación a los principios éticos, como expresión de la justicia en desarrollo de los postulados constitucionales, pues no podemos olvidar que la paz deviene precisamente de ello, es decir, el cumplimiento de las obligaciones por parte de todos los actores de los argumentos referidos en la carta política.

 

Desconocer la carta política, es atentar contra el Estado y sus instituciones, pero siendo un arma de doble vía, el Estado también está obligado a cumplir con sus deberes y derechos.

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