Vemos a diario como las empresas cambian sus estructuras, directores vienen, directores van, subdirectores bajan y otros suben, cargos aparecen y
desaparecen al antojo de los estructuralistas, mejorando según ellos la productividad, elevando las estadísticas, relativizando procesos y procedimientos, tendientes a lograr la consecución de los objetivos y metas.