"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

SÍNDROME DE HYBRIS O LA ENFERMEDAD DEL PODER.

Posted by: Diego Mario Zuluaga O. on: octubre 28, 2025

              “Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese                                                                                       espacio reside nuestra libertad y poder de elegir nuestra                                                                                       respuesta.” (Viktor Frankl)

El 8 de febrero del 2025 escribí un artículo al que denominé: “El narcisismo de los gobernantes, un contagio mundial” y desde ese momento a la fecha ese efecto del narcisismo se identifica como Síndrome de Hybris o para otros la enfermedad del poder. Esto es una arrogancia excesiva, orgullo o soberbia que proviene de la antigua Grecia y que describe al sujeto que sobrepasa los límites humanos y en consecuencia se considera igual a los dioses.

“Uno se imagina que es libre, pero, en realidad, lo que hace es explotarse a sí mismo voluntariamente y con entusiasmo, hasta colapsar” (Byung-Chul Han) y esto no es una casualidad, esto es analfabetismo emocional y su costo es silencioso pero muy alto. Lleva a la desmesura y en últimas al cambio de personalidad y que les ocurre a quienes tienen posiciones de liderazgo o cuando ostentan el poder.

Pero es que ese desprecio temerario no solo desde el espacio personal sino unido a esa falta de control de los impulsos propios, mostrando sentimientos violentos inspirado en las pasiones exageradas, demostrando con ello un carácter irracional y desequilibrado. Ahora bien, identificar el síndrome de Hybris (no hace referencia a un impulso irracional y desequilibrado, sino a un intento de transgresión de los límites impuestos por los dioses a los hombres mortales y terrenales), es fácil para algunos o difícil para otros, pues su diferencia raya en la indiferencia en cuanto al poder absoluto, el establecimiento de la ley y los sistemas judiciales, pero también frente a la parte administrativa sea esta económica o política. Esos pensamientos irreales aunado a delirios de grandeza hacen que quien los padece haga a un lado la lógica y la razón, solo existe lo que estos sienten y piensa y van lanza en ristre contra todo aquello que los contraríe, generando pensares déspotas, reacciones caprichosas y hasta infantiles, por qué no hasta faraónicas, necesitando una exacerbada necesidad de reconocimiento y admiración por parte de otras personas, de ahí que no sería raro que quienes padecen este síndrome sufran una enfermedad de trastorno de personalidad narcisista.

Y es que el individuo cuando tiene esa creencia exagerada de su propia importancia y de su infalibilidad, va construyendo ese mundo de perdida de contacto con la realidad y es consciente de las consecuencias de los actos; de otro lado la persona que sufre del síndrome referido desprecia las opiniones ajenas pues considera que tiene la razón y por ello la última decisión; de otra parte esta clase de personas tienden a hablar de sí mismo en tercera persona, es decir, hacer referencia en bocas de otros para sustentar su actuar y su decir; pero lo más peligroso es esa actitud mesiánica o salvadora pues creen tener la última palabra, solo lo que realizan está bien y acorde con las necesidades del país, de las personas o a veces del mundo.

Hablar de enfermedad del poder es una metáfora que describe cómo el ejercicio del poder prolongado, altera la percepción, el juicio y comportamiento de quien lo ostenta; aunque el poder no enferma por sí solo, se amplifica con rasgos narcisistas, antisociales o histriónicos y aquí se concluye en cuanto a que cuando el poder deja de ser una herramienta se convierte en una obsesión. Todo ello se presenta con mucha frecuencia en contextos políticos, empresariales o religiosos, llevando a decisiones autoritarias, desconectadas de la realidad y lo peor aún peligrosas para la sociedad.

Al leer a José Antonio Marina en su libro La pasión del poder, este define “el poder, a secas, como una capacidad para realizar los proyectos deseados y autorrealizarse”. Pensarlo así es una manera altruista y desinteresada, pero en algunos casos se convierte en un poder sobre otros y ahí es cuando aparece la pasión en “el acto de mandar o dominar”

Ahora bien, ¿Por qué es importante entender esta relación? La prevención institucional es reconocer que el síndrome de Hybris permite diseñar mecanismos de control y balance de poder; desde la educación ética ayuda a formar líderes más conscientes, humildes y responsables; en lo que tiene que ver con la salud mental y liderazgo se promueve el autocuidado psicológico en quienes ocupan cargos de alta responsabilidad.

Hay elementos de contradicción como también elementos antagonistas que no dejan construir teorías puntuales, predicar o predecir es revisar la línea del concepto de la forma análoga desde lo metafórico con puntos en el espacio que muestran el nivel de profundidad del problema, esto es, padece síndrome  referido solamente los gobernantes como tantos que hay en el mundo, inclusive se están enfrentando en este momento no solo en América Latina sino a nivel Mundial o otros personajes que de alguna forma tiene o generan poder como jefes de oficinas públicas por decir algo o manejan personal, eso se vislumbra en todos los niveles.

El poder, por sí mismo, produce un cambio de mentalidad, aunque no se quiera. Cuando se ejerce, se va produciendo una alteración de la perspectiva a la hora de ver la realidad” (Marina)

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