"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

PLACER POR LA INVESTIGACION Y LA DOCENCIA. Diego Mario Zuluaga Osorio. Lic. Filosofía y Letras USTA. Esp. Planeación, Desarrollo y Administración de la Investigación. UMB.

PARE DE SUFRIR

Posted by Diego Mario Zuluaga O. on marzo 5, 2018

Vivimos entre dos argumentos: sufrir o morir. Y cada día nos preguntamos cómo dejamos el uno o el otro. Un hecho cierto es que por muchos experimentos que haga la ciencia o por mucha experiencia que tenga el hombre, siempre habrá una diferencia abismal entre los dos términos citados.

Lo que sí es verdad es ese nexo causal entre sufrir o morir, entre vencer o estar derrotado, pero algunas veces no se cumple esa relación causa efecto; hay evidencia que los efectos son muy fuertes, morimos por sufrimos o sufrimos por no morir. Un juego de palabras entendibles a la luz de la consecuencia de nuestra propia existencia. “La idea es divertida y seductora” (Einstein), seguir sufriendo o seguir muriendo.

Ahora bien, sufrimos porque somos seres limitados o porque no comprendemos la inmensidad de la dinámica existencial, de donde el viene el dolor que nos hace sufrir o nos obnubila de manera tal que se enceguece el intelecto, o aguantamos el dolor que produce a pesar de lo indeseable de la situación. He aquí entonces otro elemento, el ser humano es aguantador por naturaleza hasta que esa situación lo hace cambiar de posición o del material que sana su daño.

Conocemos el sufrimiento y sin embargo seguimos con él, no alertamos la conciencia, esa parte de lo límbico que nos aterriza el pensamiento y las sensaciones. Dejamos de transformar el pensamiento y la naturaleza, vamos por otros constructos a veces artificiales o en un entorno mediático. Sobrevivimos al momento de identificar el instinto, aquello que nos alerta para no morir dentro de esa etapa que nos va corroyendo con el sufrimiento, que afecta el raciocinio y la toma de decisiones.

La idea de la muerte nos lleva a la idea del conflicto entre el dolor y la razón, pero también identificar la crudeza de estos, para encajarlos en esa psique que contrapone el asumir el sufrir o el perder la esperanza hasta morir, sin siquiera haber intentado luchar.

Aquí aparece el principio de la incertidumbre, esto es, el no saber qué hacer en la vida o con la vida, o el cómo vivir o para qué vivir. Esto nos lleva a adquirir conciencia acerca de qué clase de mortales somos o parecemos ser, o si continuamos con nuestras deficiencias o superarlas con lo aprendido o predisponernos a escuchar, a acabar con las limitaciones, hacer más cosas con y para las otras personas hasta buscar una estabilidad segura y sin angustias.

Nos encontramos en un mundo cambiante, las verdades científicas y sociales no son definitivas, no estamos seguros de lo que afirmamos, faltan pruebas y comprobaciones, pero lo único que si es cierto es el sufrimiento y el temor de volver a sentirlo, pues no hemos podido aprender a convivir con este y mucho menos dejar de preocuparnos por una muerte lenta sin sentido.

Acabar con las limitaciones mentales para no ser engreídos, con conciencia de ser mortales, pero también con teorías fidedignas que nos alejen de la incertidumbre, al igual que allanar el camino de la seguridad existencial como único elemento cambiante de la vida del ser humano en este universo; por ello hay que ser “demasiado inteligente y demasiado consciente para no estar abierto a los consejos en caso necesario.” (A. Einstein)

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