"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

FILOSOFIA COLOMBIANA O FILOSOFIA LATINOAMERICANA, UN REENCUENTRO DE CULTURAS

Posted by: Diego Mario Zuluaga O. on: octubre 14, 2025

       Para nadie es un secreto que la filosofía nace de la misma necesidad que tiene el individuo por pensar o acercarse a la realidad, pues básicamente lo que toda persona quiere en su interior es hallar la verdad y por ello traigo a colación las palabras del nobel Gabriel García Márquez: “La generación de la independencia perdió la primera oportunidad de liquidar esa herencia abominable. Aquella pléyade de jóvenes románticos inspirados en las luces de la revolución francesa, instauró una república moderna de buenas intenciones, pero no logró eliminar los residuos de la colonia … Dos dones naturales nos han ayudado a sortear ese sino funesto, a suplir los vacíos de nuestra condición cultural y social, y a buscar a tientas nuestra identidad. Uno es el don de la creatividad, expresión superior de la inteligencia humana. El otro es una arrasadora determinación de ascenso personal…”[1]

La persona como tal debe enfrentarse a su origen, a identificar su historia y como si fuera poco prepararse para enfrentarse a la no realidad, y además debe conocer con claridad meridiana los conflictos individuales y grupales que dentro de toda sociedad existen, esto con el fin de afrontar en un futuro cercano la guerra del conocimiento, pues no de otra manera se explica la carrera desbordada que se respira en el ambiente, esto es, la necesidad del hombre por educarse, y en esta condición será evaluado, escogido y tenido en cuenta por la sociedad laboral.

 

Es así como, el hombre latinoamericano tiene una concepción totalmente distinta a cualquier otro hombre, pues mientras el europeo se dice que es más organizado, nosotros somos más extrovertidos; mientras que el norteamericano es metódico, ama a su patria, nosotros somos más explosivos y más dados a aprovechar cualquier situación para nosotros mismos, olvidándonos del país, y de la incidencia de ese comportamiento en la sociedad.

 

Se sugiere entonces, que el pensamiento latino es bien sui generis, valga decir, que cada uno tiene su propia interpretación de lo que significa ser habitante de esta parte de la tierra, sin embargo, considero importante desarrollar la propuesta de la existencia de una Filosofía Colombiana, así como la plantean los mexicanos y los argentinos, debe ser que dada nuestra posición geográfica tengamos mucho más derecho a pensar de la manera que lo hacemos que los nacionales antes citados.

 

Encontramos que en Latinoamérica existen muchos problemas, los hay desde los banales y fútiles, los políticos, económicos, sociales, que su origen es bien dudoso en algunos casos o que en otros tenemos unas raíces bien definidas, esa gama generacional proveniente de España todavía aun hoy quinientos años después nos asecha sin razón, y que no queremos aceptar y erradicar de nuestra concepción mental, creo que ya es hora de liberarnos de esa seudo conquista, por lo que se debe dirigir el estudio a entender y desarrollar la incidencia del pensamiento español en el indígena, en el esclavo, en el mulato, en el criollo y cómo estamos actualmente frente al mismo.

La identidad, por otra parte, es una condición de la universalidad. Identidad y universalidad son dos términos indisociables: sólo se tiene identidad en la medida en que las expresiones particulares se integran a la universalidad de las culturas; sólo se alcanza la universalidad, cuando ésta se forma por la convergencia de múltiples determinaciones, por lo que hemos llamado repetidamente, la unidad en la diversidad. Aquí viene la otra parte, la invitación a reflexionar sobre el equilibrio entre los beneficios de la tecnología la necesidad de preservar habilidades humanas esenciales, como la atención, la creatividad y la interacción personal (Bill Gates).

El futuro entonces no depende únicamente de los avances digitales, sino también de la capacidad de las personas para pensar con profundidad, aprender de la experiencia directa y construir relaciones genuinas más allá de las pantallas. Pensar en Colombia es imaginar los temas complejos como la crítica a la modernidad a la cual se refería (Nicolás Gómez); o también la reflexión sobre la identidad nacional y la justicia social en palabras de Rubén Sierra; o tal vez después de leer a Estanislao Zuleta el explorar la conciencia, la mente y el lenguaje como caracterizador del dialogo de esa realidad colombiana.

Es verdad que la influencia de corrientes europeas ha transformado la realidad colombiana y no han permitido esa “normalización filosófica” a través del siglo XX; y es que el abordar la modernidad con sus aforismo y vida política profundizan una estética social, una idea filosófica del porque pretendemos una filosofía colombiana. La protesta social con su crítica al consumismo y a la degradación del trabajo han influido en un cambio desde lo laboral hasta lo político y desde lo democrático hasta lo social; cuál es esa verdad profundamente vitalista (Fernando Gonzáles) que divulga el pensamiento colombiano, estos que van desde la historia a la cultura, desde lo humano a lo folclorista y de la justicia social a deseos de un gobierno justo.

El lenguaje como constructor de identidad (Helene Cixous) describe el poder de la palabra para crear belleza y guerra, unión y desunión, situación que viene transcurriendo en Colombia hace más de sesenta años. Basta recordar gobiernos militares como el del General Gustavo Rojas Pinilla; la entrega del M19 en el gobierno de Virgilio Barco y los innumerables intentos para lograr la paz con los grupos al margen de la ley, tan recordados como el de Andrés Pastrana y el de Juan Manuel Santos y tan desoladores como el de Gustavo Petro; ideologías que han demarcado de una vez por todas como los efectos gubernamentales aunados a los esfuerzos político-sociales han construido una filosofía colombiana, fortalecidos por la resiliencia y la paciencia, por la humildad y el orgullo, por una justicia social y el cumplimiento de los derechos humanos y ello ha influido en la comprensión de la cognición y la percepción que han llevado a una problemática del ser humano contemporáneo.

Ahora bien, a principios del siglo XX la filosofía es considerada como disciplina académica, permitiendo la expansión del pensamiento a todos los niveles de la sociedad y su implementación en universidades y entidades superiores, ello generó una nueva forma de ver la vida y sus consecuencias, y es a partir de los años 30 en donde esta se normaliza en la cultura colombiana produciendo, circulando y permitiendo el consumo de ideas; llevando a un diálogo de esa realidad colombiana que lucha por sus derechos, el reto por la justicia y creando esa conciencia de abordar los retos de la sociedad que está conectada con el conflicto y posconflicto; de otro lado, la filosofía colombiana es bien diferente al concepto generalizado de una filosofía latinoamericana, pues los argentinos de donde nació la idea de tener su propia filosofía la desarrollan a través del arraigo europeo y su concepto nacionalista de orgullo y país; los mexicanos por su parte, si bien es cierto tienen un arraigo indígena  de hace muchas décadas y que han asumido con propiedad están enfrentados a esa terrenalidad con las teorías consumistas y capitalistas de su vecino americano, de ahí que podamos decir que en Colombia también tenemos nuestra propia filosofía.

En palabras de Estanislao Zuleta “la paz es una urgencia, una necesidad y una condición para construir una sociedad en la que los colombianos podamos vivir ejerciendo nuestro derecho a ser distintos”, y aunque los problemas no se resuelven, estos solamente pasan de moda, unos son importantes y a través del giro político, social y económico caen o suben de puesto en el anagrama ambiental del gobierno de turno. Nos acostumbramos a que los medios de prensa nos manipulen, como los gobiernos pervierten la realidad colombiana por aquello de la censura diezmando la sociología de la cultura, valga decir, ese hito que fue sembrado del pensamiento global filosófico fue traído a Colombia para construir una nueva tendencia, producir un nuevo conocimiento de lo que es la filosofía colombiana y que ha cobrado mayor relevancia al dejarnos rescatar en los últimos años esa autenticidad que viene siendo conocida en el mundo y en la que se ha formado “una escuela de la libertad” (Unesco) y que acompaña al individuo como herramienta desde su aparición en la tierra hasta la evolución actual; esto es, un elemento central que impulsa la evolución y transformación de Colombia y es que eso es Colombia hoy en día, una sociedad liberada del complejo de la colonia, es decir, esa desconfianza que existe sobre lo que pensamos y que nos han hecho ganar esa confianza para volver a pensar sobre las ideas, teorías y problemas surgidos desde la tradición hasta la cultura actual.

Se concluye que algunos de los temas presentes son el centro de debate desde lo filosófico y lo educativo y estos tienen que ver con las crisis de la democracia, de la política, la sociedad actual, el aumento  de la delincuencia y grupos armados, la desestabilización social desde la primera línea hasta las asonadas empujadas por delincuencia sectorial por la modernidad y su influencia postdemocrática y esto es lo que nos ha hecho fuertes ante esa crítica a la cultura occidental y ese cambio de la cultura tan fuerte y a la vez tan difícil que evalúa a cada instante el pensar y sentir colombiano, confirmando con ello, que en efecto tenemos nuestra propia filosofía colombiana.

 

“El pueblo no elige a quien lo cura, sino a quien lo droga” (Nicolás Gómez Dávila)

[1]. GARCIA MARQUEZ, Gabriel. En: Colombia: Al filo de la oportunidad. Misión de Ciencia Educación y Desarrollo. Ministerio de Educación Nacional. Santafé de Bogotá. 1999. P. 3

1 Response to "FILOSOFIA COLOMBIANA O FILOSOFIA LATINOAMERICANA, UN REENCUENTRO DE CULTURAS"

David Mauricio: El artículo ofrece una reflexión profunda y crítica sobre la construcción de una filosofía colombiana, en diálogo con la latinoamericana, abordando temas como identidad, modernidad, colonialismo, justicia social y pensamiento crítico. Utiliza citas de figuras reconocidas como Gabriel García Márquez, Estanislao Zuleta y Nicolás Gómez Dávila para sustentar su enfoque, lo que le da legitimidad discursiva.
Aunque no es un texto académico con referencias sistemáticas, su contenido es coherente, bien argumentado y refleja preocupaciones reales del pensamiento colombiano. Más que verificar hechos puntuales, el artículo debe entenderse como una propuesta interpretativa y filosófica, válida dentro del marco del ensayo crítico.
En resumen es un texto legítimo como aporte reflexivo sobre la identidad filosófica colombiana, con contenido veraz en términos de contexto cultural e histórico, aunque no pretende ser una fuente científica verificable

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