"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

PLACER POR LA INVESTIGACION Y LA DOCENCIA. Diego Mario Zuluaga Osorio. Lic. Filosofía y Letras USTA. Esp. Planeación, Desarrollo y Administración de la Investigación. UMB.

ARTICULO LAS MUJERES DEL QUIJOTE

Posted by Diego Mario Zuluaga O. on agosto 17, 2015

La incidencia e identidad de la mujer ha estado inmersa en la evolución e involución del hombre, ya que hay una relación simbiótica entre estos, dice un adagio popular que los hombres no vivimos sin las mujeres y viceversa. La única explicación viable es que nos necesitamos, desde esa relación de compañía hasta el amor, son indicadores de la influencia del uno y del otro.Dos versiones de Dulcinea

Razón tenía El Quijote al hablar de su Dulcinea (Aldonza Lorenzo), sacrificada dama por las aventuras  del caballero andante, y única razón para este tratar de regresar dentro de esa locura, en una lógica de lucha interior entre el bien y el mal, entre la razón y la sinrazón y el amor y el desamor; no hay pasaje en donde el Hidalgo no hable de su amada, la relaciona con su propia vida, con sus deseos de adelantarse en el camino y hasta la lleva en sus sueños encima de su brioso corcel Rocinante.

 

Cuántos Quijotes y cuántas Dulcineas andan por el mundo, buscando sus amores y sus logros, sus reconocimientos y ejemplos duraderos para la historia, nos vemos con ejemplos totalizantes en “una sociedad en donde no hay fracaso, un aburrimiento, ni esfuerzo” (Skinner), pensamiento utópico en donde la libertad deja sin asidero el comportamiento del hombre y sin embargo este continúa sobreviviendo con mujeres o sin estas.

 

Sin embargo Tereza Pansa, así se llamaba la mujer de los sueños de Sancho, recordado como el escudero del caballero hidalgo, mujer humilde y sencilla, de tez trigueña y comportamiento tranquilo, ubicada en una realidad de la época, mujer laboriosa y abnegada, pues sabía que al regresar su consorte este la llenaría no de lujos ni regalos, sino de compañía y amistad. Aceptaba su condición humana dentro de esa realidad “la medida de su propia desmesura” (Foucault), sabia como pocas, pues conocía la inteligencia del hombre de la época, y disfrutaba de ese pensamiento.

 

Nótese como El Quijote hablaba de Aldonza Lorenzo como una dama de alta alcurnia, de muchas riquezas, es decir, propia del caballerazgo de este, mientras que Sancho alababa su propia condición, más realista frente a la falta de cordura del otro, “por ello el hombre está obligado a reconocer que no es lo consciente y racional lo que regula su actividad, sino lo inconsciente y la dinámica de los pulsiones instintivas” (Freud). Si bien es cierto que la época y la cultura nos han instrumentalizado, también lo es que estamos obligados a evitar la reducción del ser humano  hasta perder su espiritualidad, su moral y su dignidad.

 

Valga decir, la existencia de la mujer como complemento de la existencia, de la explicación de lo natural y antinatural, hacen de este término, el restablecimiento de nuestra presencia en el mundo  y de la armonía universal entre los hombres. Qué sería del mundo sin mujeres, sin su belleza y lógica?

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