"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

PLACER POR LA INVESTIGACION Y LA DOCENCIA. Diego Mario Zuluaga Osorio. Lic. Filosofía y Letras USTA. Esp. Planeación, Desarrollo y Administración de la Investigación. UMB.

LA FILOSOFÍA EN TIEMPO DE PANDEMIA

Posted by Diego Mario Zuluaga O. on julio 2, 2020

La historia con todas sus facetas ha contado el trasegar de la filosofía y su incidencia en cada uno de los fenómenos a los que nos hemos enfrentado, y hemos aprendido a vivir de lo esencial (F. Torrealba), y de alguna forma discutimos de las cosas fundamentales, y para ello tenemos en cuenta el lenguaje o la manera de cómo transmitir la misma, incluso por radio, revistas, televisión y por ello esta tiene que ver con el proyecto de vida dentro de esa democracia global.

Sin embargo, se presenta una aristocratización de la filosofía, a la que se refiere Torralba, como ese fenómeno que las ideas y el pensamiento van dirigidas a determinado grupo de la sociedad, sin que esta pueda bajar de ese piso piramidal en el que se encuentra; de ahí que se entienda que los filósofos forman otro grupo de personas por un lado y por el otro que el pensar está dado solamente para una parte de la población.

Es un hecho cierto que los Estados desde las políticas educativas han eliminado del pensum las 9 horas de filosofía a la semana, pero que terminaron en dos por aquello de introducir otras materias como convivencia, catequesis etc., contrariando precisamente el cuaderno 16 del Ministerio de Educación, pero ello no pasa solamente en Colombia o Latinoamérica, también ocurre en otras latitudes como España en donde la filosofía fue cercenada en instituciones superiores y universidades, aduciendo que esta ha dejado de ser importante dentro del desarrollo humano.

“Es mejor filosofar y ser feliz” (Miquel Seguró) para descubrir precisamente eso que hemos perdido, entender el sentido de vida y descubrir los planteamientos filosóficos que hemos olvidado a través del tiempo, pues esa aseveración que nos hacíamos “la filosofía no sirve para nada” o “para qué pensar tanto si al final todos morimos” es la que nos ha llevado a construir nuestra propia biografía, a explicarnos esa experiencia de libertad y además a preguntarnos por la naturaleza, el amor, lo divino y lo mundano o terminar pensando que para qué filosofar  si “la ciencia acabará explicando todo”, para comprender también la propia experiencia de vida.

Importa entonces la filosofía, no la vieja sino la nueva, esto es, una nueva interpretación de cómo pensar los fenómenos, una centrada en la cotidianidad y ahí es donde radica la influencia de la pandemia en el desarrollo del filosofar. No es analizando e interpretando las ideas de los pensadores antiguos, clásicos y modernos sino entender qué dejará a la humanidad esta peste y sus consecuencias sociales, económicas y educativas entre otras, tenemos que aprender la diferencia de cómo veíamos y observábamos la vida de antes con esta que ahora dirige la existencia, es decir, “altamente pertinente para indagar sobre los tiempos actuales, en los que no pocos se preguntan si nos acercamos a un mundo más ordenado o hacia mayores desintegraciones” (M. Weber) y en efecto eso es lo que tendremos que detectar si esta pandemia nos deja un mundo organizado o un mundo desintegrado.

Un punto de vista desde el pensar, para implicar si la filosofía de este nuevo siglo esta revalorada o por el contrario subvalorada, evidenciada a partir de la lectura crítica desde los informes de gobierno, los de salud o los científicos para comprender que la evolución de la pandemia necesariamente nos lleva a un nuevo camino, aquél en donde el ser humano renazca de las cenizas para aquellos que padecieron la peste y sobrevivieron o para los familiares de aquellos que murieron por pervivir.

Diríamos entonces que hablamos de mucho o profundizamos en nada, esta expresión depende de las circunstancias en que el fenómeno de pandemia nos toque, bien desde la salud o de la ideología, lo económico o hasta en el trabajo o de sobrevivir desde la desigualdad social que vemos y que a veces no hacemos nada por mejorar; lo que se propone son preguntas para reflexionar, preocuparnos por las posturas de prioridad y por ello encontrar esa profesionalidad del ser humano al momento de enfrentar la incertidumbre de la mano de la crisis, sin que se perciban soluciones al corto plazo.

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