"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

Cuál es el sentido de la educación en estos momentos tan álgidos de nuestra sociedad. Pensar que estamos dando pasos hacia una educación humana es una utopía, que enfrenta a la sociedad actual con la política, el sistema educativo y en especial el sistema de gobierno.

 

Cómo enfrentar las nuevas relaciones humanas con la naturaleza y la tecnología, pues venimos de una pandemia, mal tratada por unos, mal llevada por otros, lo que si es cierto es que dejó una cantidad de daños que aún hoy no ha sido posible cuantificar en todos los niveles.

 

Hablar de una educación humana es viable siempre y cuando se respeten los derechos fundamentales del individuo, igualmente las directrices institucionales se cumplan y además evitar los fenómenos modernos del bulling y otros, que están causando daño no solo a quienes hacen educación sino a quienes la reciben.

 

Una nueva condición humana está surgiendo, basta ver noticieros nacionales e internacionales, problemas de inmigrantes adentro y fuera del país; enfrentados unos con otros, esperando que el Estado los sostenga o la ofrenda de la limosna los saque del pauperismo existencial. “Si cierta conducta puede proporcionarnos aprobación, respeto y elogios, la encontramos atractiva” (J. Clear), de ahí que el sentimiento educativo debe ser un arma de doble filo, esto es, educar para pensar y pensar para educar.

 

La mirada a esa condición humana a la que nos hemos referido muestra un enemigo invisible, frente a la voluntad del educando y del educador, frente a las políticas de Estado y a los diferentes modelos educativos que se siguen, frente al poder, la fragilidad y la inestabilidad de un sistema que se convirtió en el enemigo invisible del poder, enmarcado en una verdad de adversidades en donde la resiliencia no ha permitido sobrevivir y recuperar esa normalidad de otros tiempos.

 

 

Enfrentamos una serie de escenarios en donde lo humano nos invita a pensar quién es el centro del universo o cuál es el culmen de la creación, además que dejamos lo ancestral a un lado, esa cosmogonía que ha ido desapareciendo frente al avance destructivo de la sociedad, y en donde ya no transitan esas lógicas antropocéntricas, sino una que confronta la digitalización de la condición humana.

 

Hay evidencia de la convivencia humana en donde media la tecnología que incide en el estilo en que se imparte educación, para otros, preparación para el trabajo, pues el pensar ya no importa, en donde las presentes y futuras generaciones cohabitan con la incertidumbre y el desencanto generalizado de lo humano, se olvidó el buen vivir.

 

Cuál es la ética por aplicar y que se convierta en esa opción de construcción de principios y valores, de deberes y derechos, o todo aquello que guíen al ser humano hacia la acción de esa fundamentación del sentido que lleve hacia la identidad que se ha perdido frente al cambio de las reglas de juego en tiempo récord (A. Lacroix), convulsionando ese ciclo histórico al que se enfrenta, generando individuos desconcertados, transformaciones en asociales, o mejor dicho, lo sustancial de lo educativo ha dejado de ser ese sacrificio al que se agarraban los antepasados.

 

Hablar de comunidad educativa es olvidar la triada ser humano, naturaleza y sociedad, para encontrarnos en un escenario sin relación entre el pensar y la armonía existencial que debe complementar a la persona considerada humano; la responsabilidad de cuidado perdida, sin preservación que reubique la educación al servicio de la humanidad y no a intereses individuales o mejor ¿Qué sentidos y prácticas deben recuperar la educación? (j. Balladares) en donde sea indispensable ese proceso de enseñanza-aprendizaje y su relación con la convivencia, y formación frente a lo dialógico y su relación con el medio ambiente social.

 

Hay una brecha educativa entre el sentido de la comunidad educativa y el medio ambiente en donde se aplica el modelo educativo.