"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

                                        La revolución digital impone una serie de tareas desde el momento mismo en que el internet permitió la comunicación entre los usuarios, la máquina, las personas y el conocimiento. En especial desde 1989 cuando se hizo famoso la transmisión de datos, la comunicación entre equipos de cómputo, es decir nació una nueva manera en que el hombre se puede interrelacionar con otro.

La revolución digital tiene un impacto mayor y mucho más veloz del que supuso la imprenta. (Alexandre Lacroix) y ha puesto al mundo patas arriba, iniciando un nuevo ciclo histórico, para algunos todavía en evolución, de ahí que las reglas de juego han cambiado y el tiempo pareciera que avanzara a una velocidad diferente. Surge en la conciencia del hombre el momento en que se dejó envolver por lo nuevo, por lo desconocido, pero también la curiosidad que mató al gato. Surgiendo entonces una existencia en desconcierto que llevó a una transformación rápida que afecta la forma como vivimos, el cómo sobrevivimos, el padecimiento de enfermedades físicas y mentales y aún más padeciendo por llegar a comprender todo lo que debemos modificar y aceptar como cierto.

De ahí que se le ha dado mucha importancia al descifrar lo que ha producido la tecnología en el desarrollo de la voluntad humana y su relación con el mundo, además que se ha buscado aquello a lo que pueda agarrarse sin renunciar a lo sustancial y sus sacrificios. Todo esto ha generado un malestar que solo hasta ahora se viene a interrogar y comprender, determinar si el sistema que tenemos es el soñamos o escapamos del mismo; una maximización de ese servicio nos rodea por todas partes y en un tiempo récord. Cada día somos más lo que pretendemos escapar de este sistema, rompiendo con la forma de vida convencional, hablando entre la pertenencia y la fuga y cuál es el camino que seguir. Vamos tejiendo pensamientos entre Oriente y Occidente, como un puente que une dos mundos (Byung-Chul Han)

Esa modernidad que se hizo indescifrable, desvelada y desconectada de las verdaderas alternativas que conllevan las relaciones sociales (redes sociales), la ausencia de acercamiento con el otro, pero lo más importante olvidando lo que identifica al individuo. desnudamos ese mecanismo que proporciona nuevos puntos de referencia, que nos adentra en ese juego intermedial, sin que podamos liberarnos del utilitarismo dominante y pode adoptar un ideal negociable. Surge el interrogante de si existe la posibilidad de retomar las riendas de nuestra existencia (Lacroix). Se debe encontrar esa alquimia cultural que transforma la “agonía del eros” por esa nueva forma de comprensión donde el deseo no se trate de posesión sino de respeto mutuo, valga decir, encontrar esa profundidad en la conexión hacia una rigurosidad de la tradición a la que estamos acostumbrados.

Como si fuera una escalera mágica e interminable, se va escalón por escalón sus ideas que transforman ese portal de pensamientos dimensional dentro de la realidad terrestre y humana, que vuelquen las desmenuzadas ideas en reconocer que en efecto hay una gran distancia entre el mundo que disfrutamos y lo indescifrable en que se ha convertido este, no solo por la incidencia de la tecnología y lo digital, sino por ese cambio en las relaciones interpersonales y como si fuera poco el aislamiento en que ha sumido a la humanidad pues muchos ya no quieren salir de sus casas, por seguir amarrados a esa crisis de la narración, de ese necesario jardín nocturno en que se han llevado los pensamientos y los vemos deshilachados y siendo manipulados por la sociedad, sin que incentiven en cambiar de actitud o al menos mutar de manera rápida esos que vivimos.

Quién dirige “a las personas desconcertadas por la rapidez de las transformaciones que vivimos. A quienes buscan algo a lo que agarrarse sin tener que renunciar a nada sustancial o hacer grandes sacrificios” (Alexandre Lacroix)