ENTRE LA SOCIEDAD DEL CANSANCIO Y LO IMPRODUCTIVO
Posted by: Diego Mario Zuluaga O. on: diciembre 5, 2025
¿Y si trabajar menos fuera la forma más efectiva de crear más y mejor? (Byung-Chul Han)
La sociedad actual va rumbo al cadalso en virtud a esa competencia desfigurada entre producción, eficacia y rendimiento dando margen a lo que se ha llamado el “replantear la obsesión moderna por el rendimiento”, sacrificando el buen vivir ya que creemos que cada minuto que pasa debe ser productivo o al menos que se vea un resultado tangible, es un modo de vida acelerado que de acuerdo a las tendencias tiene que ir cambiando.
«Todos nosotros deberíamos jugar más y trabajar menos, entonces produciríamos más” (Byung Chul Han), estamos en esa era conocida como “la sociedad del cansancio” en donde se nos invita a replantear el sentido de la vida y sus consecuencias. Y es que somos la generación más desinformada en palabras de Suzana Valença, una portuguesa que resalta como el ser humano pierde el tiempo frente a las pantallas, consumiendo medios en virtud a esa viabilidad al acceso de la información y que cantidad no siempre significa calidad, aunque ello ayuda a una comunicación más variable, al mismo tiempo la dificulta por aquello de los gustos digitales.
Ahora hay que mirar críticamente a este modelo de vida en donde “Deberíamos jugar más y trabajar menos, entonces produciríamos más” según Byung-Chul Han en su obra “ La sociedad del cansancio”, y no es elogiar la pereza sino que por el contrario una autoexigencia a no llegar al límite; venimos de una sociedad en donde se priorizaba lo negativo al punto del “no puedes” o “no debes”, unas prisiones mentales que ponían límite a la existencia del individuo y el poder se usaba para reprimir esa libertad. Pero ahora vemos como todo ese panorama cambió, buscamos una positividad en todo lo que hacemos hasta el punto que se vuelve tóxica, variamos el no por el “tu puedes” o “nada es imposible”, para algunos la autoayuda está mandada a recoger en razón a la malinterpretación que se hace de la forma como debe ser utilizada.
Pero entonces el ser humano se encuentra con un problema aún mayor y es esa necesidad de mantenerse al día con los acontecimientos locales, nacionales e internacionales y que antes era un hábito y ahora se hace “entre momentos de ocio, en medio de las prisas o el aburrimiento” (E. Patterson), y esto lleva a esa conclusión lógica pero dura y es que estamos conectados digitalmente, pero no saben bien qué es lo que sucede. Esa inmediatez de la información a medias muchas veces, ha degenerado en esa falta de acceso lógico, es decir, podemos acceder a una gran cantidad de medios de comunicación y a opciones mayores de entretenimiento, pero no tenemos el suficiente interés en el material que se muestra generando la desinformación y al mismo tiempo ese ocio improductivo.
Hasta donde pensar en que se desarrolle la idea que somos nuestros propios amos, pero al mismo tiempo nuestros propios esclavos, ya no tenemos una autoridad externa, pero queda la interna y que muchas veces nos convierte en ciegos por aquello de no poder “ver más allá de lo evidente”; operamos de manera reactiva frente al enfoque de la producción, la multitarea y la superficialidad del material, aunque nuevo no deja nada productivo.
Tal vez el “no hacer nada” sea la solución, dejar que la vida pase y podamos descansar mentalmente, desarrollando esa cultura contemplativa en donde los japoneses nos llevan mucha cancha, aunque algunos preferirán una “inactividad activa” como pasear, caminar, optar por la música e inclusive mirar por la ventana; otros por “programar el aburrimiento” no hacer nada durante determinado espacio de tiempo o estar en silencio sencillamente; algunos dirán que es mejor olvidarse de la “productividad” y disfrutar de actos y cosas por placer, un fomenta un hobby o tal vez pintar, leer y escribir.
Creamos una nueva forma de enfrentar el mundo buscando una verdadera creatividad que engendre momentos de ideas volantes, de trabajos improductivos, o negándose a esa autoexigencia constante y en donde el aburrimiento en vez ser un problema se convierta en esa herramienta que permita de4splegar todo el potencial humano.
El ser humano está hecho para comunicarnos, para desplegar conexiones humanas pues hasta allí nos ha llevado la evolución del cerebro, somos animales sociales parecida a la tribu de la que habla Mario Vargas Llosa, y aunque nuestras conexiones son complejas construimos vínculos complejos y profundos con el otro, confiamos y cuidamos el corazón y nos apoyamos mutuamente buscando conexiones significativas, aquellas que generen colaboración más profunda evadiendo la vulnerabilidad pues el cerebro está cableado para mejorar la salud mental, reducir el estrés y en últimas lograr la longevidad como vínculo afectivo.
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