UN JUEGO DE PALABRAS
Posted by Diego Mario Zuluaga O. on septiembre 2, 2015
Al momento de conectar todo el sistema del hombre (Homeostasis) con sus diferentes órganos, se está produciendo una generación de ideas, de movimientos, de acciones pensadas y no pensadas, y es precisamente esa conjunción de actos liberados los que nos producen la palabra como un lugar en el cual detenerse, un sitio en donde no hay límites y en donde la donación de lo cognitivo se hace suyo con lo volitivo.
El trazo sobre trazo que se esgrime con la palabra no tiene márgenes, solo metáforas existenciales que resisten la avanzada y la retirada. Posiciones que asumen gestos y signos que reaparecen con cada tecleo de nuestra lengua con los labios y el aire en las cuerdas vocales; haciendo una experiencia que recobra la luz en el horizonte de ese abisal sin fronteras en que se ha convertido la angustia existencial del individuo. Ritmo de un porvenir en donde lo gestual ya no se enfrenta, en donde lo visual ya no surge como entrega de sentidos, sino un mundo globalizado en donde la incomunicación nos está ganando la carrera, una guerra contra el tiempo exponencial de ideas escritas y en donde lo expresionista va rumbo al fondo donde no hay luz ni sombra, un mundo con ojos cerrados y mal dirigidos.
Interrumpimos la palabra con el sonido de artefactos o mejor herramientas para hacer mejor la vida, vamos engañados pues terminamos aferrados a un espectro, un sonido gutural para interpretar y a veces furtivo para entender. Ya no hay secretos que contar, se escriben solamente, aumentado la dosis de silencio pues lo que no sale con sonido nadie lo escucha pero si el que lo lee. Argumentos tensionantes de una semejanza que no descubre la claridad, héroes egoístas sin memoria, soledades muertas con compañía.
Repensar lo indecible en la escritura con la palabra, mira a los ojos, ver las sorpresas que ya perdimos, un sentido de admiración por lo que no tenemos y no pudimos alcanzar, solo palabras convertidas en canciones furtivas o en verdades que no residen en sí mismas, sino que habita en otros espacios, entre letras muertas que nunca retornan al origen de la iluminación.
Nos jugamos la vida sin palabras, sin oportunidad de hablar al otro, hechos incumplidos para los que fuimos hechos valga la redundancia; permanecer en lo ilegible del corazón por aquello del silencio manifestado en combinación de teclas, silencios malsanos sin oportunidades reales, somos Arlequines jugando a la comedia, reímos por reír, lloramos por llorar, pero nunca hablamos para dialogar, sin sentido la vida envuelta en una in-explicación de lo social, sin posibilidades de reanudar el hilo que quedó pendiente entre muchos, conversaciones sin acabar o mejor dicho bufones, autores de una vida con enigmas sin despertar, pero que seguimos armando la entrañable existencialidad del individuo.
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