EVOLUCIONAR POR EL ESTUDIO
Posted by Diego Mario Zuluaga O. on mayo 14, 2016
Este comentario surge a raíz de una conversación desprevenida con un acompañante de la vivencialidad de este mundo, y al preguntarnos para qué estudiamos, si gastamos más de veinticinco años preparándonos para la vida, desarrollar nuestra potencialidad en otros tantos y por fin una vez acabada la jornada laboral por aquello del paso del tiempo, de la vejez o de la pensión nos preguntamos si valió haber vivido lo que se vivió.
Razón tenía Sabato cuando expresó: “Uno se embarca en grandes viajes, indaga la naturaleza, pregunta por Dios y al final descubre que el fantasma que perseguía era a uno mismo”, para significar que ese viaje con sus objetivos y sus metas proviene de la psique del individuo, pues es el único responsable de su futuro. De otro lado, es un hecho cierto que cada día trae su travesura como su alegría y ahí es donde radica la fellicidad de haber vivido como lo hizo, cada altibajo es el resultado de su pelea con la existencia y el mundo con sus fenómenos, pero también que el mundo está dividido entre fuertes y débiles, ganadores y perdedores y ahí radica la importancia de aprender o no haber aprendido, y este es el resultado de los 25 años que en promedio gastamos en las instituciones educativas.
Sin embargo el hombre ocupa una posición dentro del reino animal, y esa es la diferencia entre unos y otros, hay seres humanos que son animales y animales que son humanos, pues aprendemos de ellos y ahí, es esa experiencia, la que nos hace distintos, como también la función de la razón con la lógica y entonces esa preparación para la vida, determina mi futuro como profesional, con un arte o una habilidad pero al final de la vida se evaluarán los resultados, es decir, si hay pobreza o riqueza no solo económica sino intelectual, entender cuál fue la razón de su existencia y si esta e hizo acorde con sus principios filosóficos, o respetando la moral y la ética. Hay mucha tela de donde cortar, para verificar la productividad de la subsistencia del individuo.
Basta mirar la delimitación geográfica del rol existencial, para especificar el medio ambiente en el cual nos desarrollamos y si en efecto esa variación geográfica nos llevó a estar en un mundo cerrado o por el contrario abierto a unas estructuras biológicas-culturales, para el mundo interdisciplinar que viene a raíz de la relación hombre-cultura y tecnología. Basta a pensar, si en efecto cumplí mi rol, o si todavía hay mucho que dar, o emigrar a una constelación en donde no importe el mundo y sus consecuencias, para que ese organismo humano siga su desarrollo biológico sin entender su misión, su principio de terrenalidad del que habla Edgar Morin, o a la alteridad a la que se refiere en unos acápites la fe religiosa.
Significa entonces, que estamos en un ordenamiento social que direcciona al hombre hacia su futuro, que se construye con el presente continuo, como también dejando un lado las predisposiciones, para adaptarnos a este universo cambiante, en el que la exclusión se muestra a plenitud en algunos casos (relación hombre-hombre, hombre-empresa, hombre-sociedad etc), sin que hayamos podido entender la flexibilidad de los ambientes en que nos desenvolvemos, ya que allí radica la importancia de la construcción de la sociedad con la que hemos soñado.
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