FORMAR DESDE LO PUBLICO
Posted by Diego Mario Zuluaga O. on julio 12, 2017
Lo público se ha convertido en un fenómeno de autistas. Llegando tarde sobre el interés de comprender el futuro del mundo asincrónico del contexto entre las políticas de Estado y las sociales. Los funcionarios públicos somos convidados de piedra frente a la parafernalia que lleva a preguntarnos el porqué de la conducta de los empleados públicos. Basta dar una vuelta por una de estas edificaciones para verlos tomar café sin importar quién los espera, respuestas entre dientes o regaños a todo pulmón, un servicio mal prestado con la consecuente indignación del usuario interno y externo.
Hemos edificado una burbuja impenetrable por parte del usuario final del servicio, sostenidos en la fama de funcionarios, respetados por el cargo o por la necesidad de ser atendidos, o amarrados a una inteligencia colectiva que no entiende de la falta de preparación en cuanto al servicio.
Viajamos hacia una sociedad del conocimiento, un paradigma socio-técnico en donde la forma de expresión ha cambiado mucho y vivimos pegados de redes sociales, de trabajos virtuales y con problemas de comunicación interpersonal. De ahí que, el factor de productividad se facilite en la circulación de la información, pero no en cuanto a resultados; de ahí que “la alta eficiencia de internet nos hace olvidar qué es una organización”[1], es por eso que el saber no se encuentra solamente en la red y sus herramientas, se debe formar desde lo educativo para que la gestión sea distribuida de manera circular entre el ser humano y la empresa. Ahora bien, formar desde lo público indica que el funcionario debe interpretar desde la misión hasta la visión de la entidad, para atravesar las fronteras de las organizaciones y en consecuencia construir una transversalidad entre lo social y lo profesional.
Existe una crisis evidenciada acerca de la pérdida de la eficiencia y la efectividad de la gestión pública, ello debido al formalismo de la burocracia e independización de los objetivos gubernamentales, en donde los medios son más importantes que los resultados. Tenemos una cantidad de normas que nada sirven en cuanto a lo educativo, en el cambio de paradigma al que está obligado ese poder impersonal del funcionario; la vulneración de la transparencia ha perdido el punto de partida de lo democrático en donde los mecanismos que abren lo público se han olvidado de los fines del Estado.
Requerimos la permanencia de una ciudadanía activa con participación en lo público, campañas que permitan el acercamiento entre el pueblo y sus necesidades a la gestión de esas necesidades, contextualizadas desde lo social en donde se busque mejorar las condiciones y calidad de vida, emerjan movimientos sociales para instituir formas de control sobre los gobernantes y sus funcionarios. De otro lado, es necesario formar al funcionario público para concientizarlo de la importancia de su gestión, de la manera como se atiende al público y como se le trata, pues desde allí viene la importancia de ese servicio que se presta y que desde hace mucho se critica porque no se presta con calidad.
Somos conscientes que en este “momento comienza, en América Latina, una nueva ronda de transformaciones en el aparato estatal y en la administración pública” (Gestión Pública Iberoamericana para el siglo XXI), y Colombia no se puede quedar atrás, antes por el contrario estamos obligados a mostrar al mundo la necesidad de un cambio en cuanto a lo gubernamental, en evitar el fenómeno de la corrupción y utilizar los dineros que son esquilmados al erario público en verdaderas políticas que eleven la calidad de vida de los asociados.
[1]. Ernesto Gore (2012)
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