"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

PLACER POR LA INVESTIGACION Y LA DOCENCIA. Diego Mario Zuluaga Osorio. Lic. Filosofía y Letras USTA. Esp. Planeación, Desarrollo y Administración de la Investigación. UMB.

LAS EMOCIONES Y EL VOCABULARIO

Posted by Diego Mario Zuluaga O. on septiembre 9, 2019

Cómo reaccionar frente a determinada situación si no se sabe realmente lo que se siente al respecto. Es por ello que el lenguaje está hecho de proposiciones, pero las mismas son verificables con aspectos de verdad o falsedad; de ahí que inicialmente lo que utilizamos es nuestro empirismo práctico o mejor la experiencia como herramienta para comprender los conceptos básicos desde la ética hasta la espiritualidad.Resultado de imagen para las emociones y el vocabulario

 

Es por ello que ese lenguaje que usamos representa la angustia que genera ese hecho anómalo o mejor, el no poder sacar nuestras propias conclusiones y no tener como explicarlos, es por ello que “los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” (Wittgenstein), de ahí que el desarrollar el vocabulario es tan importante como el coexistir mismo, y es que el vocabulario no son solamente las 28 letras que conforman el abecedario, sino que por el contrario son la combinación de estas las que permiten la comunicación clara y expresa entre los seres humanos.

 

Lo que surge es si usamos el suficiente vocabulario todo el tiempo, para acallar la velocidad con que la mente construye frases, ideas y desarrolla pensamientos, o si por el contrario limitamos la comunicabilidad a su mínima expresión, o si el usar términos como “tartarinesco” (lo dijo el presidente Duque) nos hace más conocedores del español o si por el contrario todavía nos falta mucho para entender la bastedad del mismo, y aplicarla en la conversación diaria con los compañeros de travesía, de trabajo o de subsistencia, por lo que la experiencia de vida va de la mano, así como mezclamos los colores amarillo, azul y verde para crear una constelación de brillos multicolores.

 

Una habilidad importante a desarrollar es el saber preguntar, pero al mismo tiempo interpretar la reacción del otro frente a su emocionalidad e inclusive la propia, pues no conocemos ese lenguaje corporal que nos identifica como seres humanos, como hacedores de vida y de experiencia, de individuos capaces de transmitir conocimiento y de conocer al otro; esa etapa que muchos no han desarrollado, pues no se han dado esa libertad de interpretarse, de conocerse e igualmente de saber de su emocionalidad.

 

Cuál es el interés del ser humano frente a sus emociones y del vocabulario a utilizar para expresar las mismas, o solo falta poner cara de tristeza, de congoja, de aburrimiento, de excesiva alegría etc., para combinar esos conceptos de elementos críticos que hacen que el otro las reconozca musitando, o las escuche sin mácula, palabras que quedan en la retina del observador y que suenan de manera sencilla, pero que en una conversación no fluyen en ese intercambio de ideas de manera significativa con los tonos y los gestos. Los cinco sentidos se involucran de manera tal que esa conversación se vuelve pertinente dentro del contexto en el que se digan o se expliquen, en esa emocionalidad inherente al hombre para expresar el cómo se siente, cómo se explica, cómo se comunica; discusiones tensas a veces para desviar precisamente esa visibilidad humana para no comunicarnos con el otro, de no idealizar la palabra como elemento comunicador que a veces interrumpe y desvía la atención del interlocutor.

 

Para que funcionen estratégicamente las emociones y el vocabulario se requiere la combinación de herramientas para que ese contar de historias en la vida del hombre, pueda permanecer en la mente de los participantes, que las experiencias sean objeto de enseñanza, pero que al mismo tiempo permita identificar que las palabras que usamos sean las adecuadas, expliquen lo que se quiere, por ello es que el conocimiento de la lengua y su vocabulario hacen del hombre ese ser capaz de transmitir sus emociones de manera tal que puedan ser analizadas e interpretadas como material argumentativo en su propia existencia y en la de los demás.

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