DE VERDADES, MENTIRAS Y DATOS DISFRAZADOS
Posted by Diego Mario Zuluaga O. on abril 8, 2020
DE VERDADES, MENTIRAS Y DATOS DISFRAZADOS
“Pero esta crisis nos ha recordado que, sin un ojo atento, el mercado puede salirse de control; y que un país no puede prosperar durante mucho tiempo cuando solo favorece a los que ya son prósperos”. (Obama)
Se repite a diario los términos que son el título de este artículo, como herramienta para desprestigiar el trabajo de otros, las campañas adelantadas por organismos de beneficencia, de administraciones locales e institucionales con el único fin de provocar enfrentamientos entre sus seguidores o detractores.
Articulamos a diario ideas, pensamientos y argumentos cuando escuchamos hablar a nuestros dirigentes, jefes de trabajo, compañeros y hasta familiares acerca de las tareas a adelantar, que no se cumplen o no reúnen los parámetros de cantidad y calidad o no puede ser medidas de alguna manera; se muestra entonces la avaricia humana dentro de la teoría de la riqueza de las naciones de la que hablaba Adam Smith, cuando expresó que el feudalismo fue sustituido por un nuevo modelo económico, pero olvidó la incidencia de este concepto en la sociedad actual, lo cual ha generado ese descompromiso de la sociedad en la administración de los bienes y productos.
Es un hecho cierto, no somos un país en bancarrota, pero tan poco boyante como otros, como para no administrar los dineros que van destinados a los miembros sociales a los que se debe proteger, por aquello establecido en la constitución, que somos “un Estado social de derecho”, pero encontramos que en cuanto a la administración de los dineros que se recogen para atender tsunamis, ataques de grupos al margen de la ley o como ahora con el cuento del coronavirus. Ver un gobierno diciendo que estamos haciendo las cosas bien, mientras los resultados dicen todo lo contrario, procuradores atacando la información suministrada pero lo más insultante alcaldes, gobernadores y otros haciendo todo lo posible por apoderarse de alguna manera de una tajada de los dineros entregados para atender esa pandemia.
Es una verdad, hay un sector que necesita de esas ayudas, también que existen mentiras sin sustento y mentirosos encantados con desdibujar esa verdad, para entregar datos disfrazados de cómo está el país, la salud de los colombianos, pero lo más importante, no hay datos exactos, basta ver el enfrentamiento de información entre el presidente, el ministro de salud y el ministerio del comercio, todos manejando información sin pies ni cabeza.
A quién creer entonces, tendríamos que traer a Julián Assange, fundador de Wiki Leaks, para que nos ayude a ubicar los documentos, correos generados en todo ese entramado político en búsqueda de la verdad, que nos haga olvidar las mentiras y nos permita conocer en realidad cuántos son los contagiados, cuántos los muertos, cuántos los dineros entregados en ayudas, cuántos los dados a los banqueros y cuántos son los que se apropiaron fraudulentamente.
Rumbo a una recesión mundial y local nos dirigimos, el mercado está en manos de hombres que no tienen sentimientos morales y mucho menos empatía con la humanidad; nos invadió un virus y en vez del de la salud es el de la avaricia, del enriquecimiento fácil, el de olvidarnos de los demás, el de reconocer al otro como sujeto de alteridad, pero al mismo tiempo el arrodillarnos ante el poder económico que por encima maneja todos los hilos del bienestar de todos los sectores de la sociedad.
La pregunta que surge es ¿cuál es mi responsabilidad y obligación política como profesional, o ser humano? frente a esta pandemia, frente al desorden social generado o el recorte del diálogo face to face, de ese cambio socio cultural generado; no es una arrogancia intelectual el decir que el hombre quedará más enfermo, pues la manera como resolvamos esos problemas marcará el futuro de nuestro planeta; pues es necesario aprender a gestionar la crisis (Byung-Chul Han) a través del acercamiento social, con las entidades de control pero al mismo tiempo identificar que estamos en la obligación de ejercer control social en aquello que de alguna manera nos perjudica.
Termino diciendo que esa danza del capitalismo salvaje, la destrucción de los recursos naturales, la explotación exacerbada del hombre por el hombre, la manipulación social desde los medios (radio, periodismo) y la manipulación de la mente nos llevará a convertirnos en rehenes de una sociedad de consumo, hacía una autodestrucción del ser humano; por lo que el único remedio es, hacer de la casa una fiesta, esto es, oír música, bailar y cantar; hacer de la casa una escuela donde se lea, se escriba y se aprenda; hacer de la casa una tienda que debe ser limpiada, organizada, decorada y arreglada; un lugar en donde se pruebe, se invente, se cultive; es decir un sitio desde donde podamos cambiar esas verdades, esa mentiras y datos disfrazados que absorbemos todo el día.
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