"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

PLACER POR LA INVESTIGACION Y LA DOCENCIA. Diego Mario Zuluaga Osorio. Lic. Filosofía y Letras USTA. Esp. Planeación, Desarrollo y Administración de la Investigación. UMB.

HACIA UNA RESURRECCIÓN SOCIAL

Posted by Diego Mario Zuluaga O. on enero 11, 2024

  “Entre el silencio, la apatía, la indignación y la frustración, la muerte de las ideas requiere un milagro llamado resurrección” (J.C. HENRIQUEZ)

La nueva dinámica de la democracia viene siendo postulada hace algunos años, y es defendida por personas que cuestionan, señalan, critican y condenan los pensamientos de los demás, gira entorno a que las ideas del otro no valen en razón a que no reconocemos la capacidad de quienes las defienden.

Alguna vez pensamos que se requiere de una ética para reconstruir un país, pero también la voluntad colectiva gira en torno a la indiferencia, a esa conciencia social carcomida por el fin de la existencia, pues hacia allá vamos. Cómo construir discursos vacíos frente al ataque mortuorio generado por los debates, el juicio a la ignorancia y al enfrentamiento entre políticos y politiqueros; entre mandatarios y a quienes mandan; entre una sociedad que no cree en la justicia ni en las instituciones; entre la discusión de la condición sexual y su género; y hasta la religiosidad con el comportamiento público de los líderes, es decir, cómo pensar en un cambio de estrategias si estas no se adecuan a las necesidades de la nación.

 

Los políticos se han convertido en actores con espectadores diarios, y entre unos y otros se copian su comportamiento, hasta su forma de hablar, de vestir y caminar, que tal se gastó tanto en maquillajes, que el otro entrampó a un consorcio para sacar mejores dividendos; se concluye esa falta de originalidad que nos lleva a la exterminación. Es como si el paradigma fuera reconstruir sobre lo construido desde el mal pensar al bien pensar, del mal actuar al bien actuar, del denunciar o quedarse callado.

 

“La política es el misterio más grande para entender las malas decisiones” (Henríquez), de ahí que siempre andamos en búsqueda de la manera más segura y práctica para reconstruir un país, y en duda se pone cuando vemos el caso de Colombia y el aumento de los grupos al margen de la ley, o de la matanza desmesurada de líderes sociales; o lo que viene ocurriendo en Ecuador en donde el crimen organizado casi que se tomó al país. Una falacia frente a otra falacia, una mentira repetida varias veces hasta que se convirtió en verdad, es decir, el concepto de legitimidad artificial con el de popularidad de los dirigentes.

 

Bastaría con evaluar las explicaciones, las comprensiones, las justificaciones y el aprendizaje de los errores, conocer las ciencias políticas del buen gobierno y generar una nueva subjetividad y avanzar al encuentro de la nueva dinámica social: líderes de todos los niveles que cuestionen y defiendan hacia dónde va el país, en donde el egoísmo no sobrepase al hedonismo, para construir una versión evolucionada y futurista en contra de los yerros para no terminar diciendo “lo peor que puede pasarnos es que al morir no pase nada.” (Vilaseca)

 

Las leyes de la naturaleza han demostrado que cualquier fenómeno que existe en la realidad hay un principio o ley que lo rige, entonces cuál es el que rige a la moral, pues la moral es cualquier cosa y cualquier cosa pretende ser moral, de ahí que dentro de esa seudo nacionalidad se encuentra un seudo patriotismo, convirtiéndose estos en el caballito de batalla, es decir, amparados en que todo lo que se hace es en beneficio de la nación se olvida que hay otras causas por defender, como el reconocimiento del ser humano como ser social dentro de la sociedad colombiana y el rescate de los derechos fundamentales.

 

Convertimos en verdad esa realidad que campea en el ambiente de esa dinámica socio-política que muestra como el ser humano ha endiosado a gobernantes, sigue a caudillos que tienen ideas innovadoras, que atacan el sistema legalmente constituido y han degenerado precisamente esa dinámica, haciendo que la vulneración de todos los elementos fundantes de la sociedad  sea una realidad, nos acostumbramos a ello, pero también esperamos el momento de reconstruir una sociedad y ese fenómeno de resurrección no sea solamente un sentimiento religioso sino una realidad que defienda no a los fanáticos del individualismo ni al “ego que acaba siempre por corromper cualquier cosa para sus propios fines, incluyendo la espiritualidad.” (Chogyam Trungpa)

 

Requerimos urgente de una resurrección social, que cambie el paradigma político por una verdad social y cultural.

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