"FILOSOFÍA, PEDAGOGIA E INVESTIGACIÓN"

PLACER POR LA INVESTIGACION Y LA DOCENCIA. Diego Mario Zuluaga Osorio. Lic. Filosofía y Letras USTA. Esp. Planeación, Desarrollo y Administración de la Investigación. UMB.

¿MIEDO A PENSAR O MORIR POR PENSAR?

Posted by Diego Mario Zuluaga O. on enero 10, 2019

¡A qué le teme el hombre! ¡Defender sus ideas o morir por sus Ideas!

 

A qué se enfrenta el ser humano cuando no puede expresar lo que piensa, cuando el sistema evita la difusión de su pensamiento o de su malestar o inconformidad y en verdad estamos en la vía del peligro de atrevernos a pensar. Consideramos que al permitirse al individuo su libertad de idealizar su pensar, se inicia una guerra en contra de los medios de comunicación, divulgación o del derecho a la defensa, un argumento propio de la opresión sistemática de la sociedad. 

Cómo poder pensar cuando observamos una naturaleza humana desaforada por el éxito, cuando la inequidad es rampante y la desigualdad supera cualquier asomo de igualdad, cuando la enfermedad supera la atención de los establecimientos hospitalarios, cuando la educación no tiene dinero para desarrollar sus actividades, y ver las aves de rapiña que se disputan el erario público para enriquecerse y no para aportar al pueblo que los eligió.

 

Se desgarra lentamente las entrañas del país, con una complicidad de aquellos que no hacemos nada y vemos la situación pasar, en donde el espíritu de la paz es una contemplación por aquellos que sufren, por los que no pueden acceder a los mínimos vitales, y unas fronteras de espacio reducido por aquello de la inclusión y discriminación. Razón tenía Tucídides cuando “consideró que la guerra siempre aparece acompañada de las más variadas formas de violencia y hace que los hombres pierdan la fe en aquellas construcciones sociales que en tiempos de paz regulan su actuar cotidiano y amolden sus pasiones a las circunstancias imperantes”, y a eso nos enfrentamos, a una guerra de intereses políticos, basta ver la rapiña de los senadores por administrar los dineros de las regiones, una justicia en la que nadie cree pues salen en libertad delincuentes de alto calibre y de cuello blanco, y un sistema judicial en la palestra pública, sin fuerza, sin credibilidad y más injusto que justo, magistrados, jueces y fiscales investigados algunos condenados, otros haciéndole el quite a los procesos, no es sino mirar la contratación pública, la influencia de Odebrecht en la política, en los entes de investigación, y tantas otras bajezas sociales.

 

Y es que el filosofar es una amenaza para el orden establecido, al punto de conculcar el derecho a la libre expresión, e impulsar ese miedo a expresar libremente las ideas, pues se puede morir en el intento, ya que ni agua se puede beber porque puede tener cianuro, es decir, existe la muerte por pensar, pero al mismo tiempo por expresar lo que se piensa.

 

Estamos en una metamorfosis cultural, pensamos y no pensamos, morimos o vivimos, somos corruptos o no lo somos, creemos en la cultura y en su folclor en donde el concepto de individuo social ha desaparecido del lenguaje cotidiano, y lo que vemos es una sociedad con rumbo al caos, no hay solución a corto plazo y mucho menos políticas que permitan identificar que superaremos las falencias de un Estado, de movimientos políticos arrodillados, de administradores públicos más interesados en enriquecerse y una justicia esquilmada por los señalamientos de corrupción, de participación en actos delictivos y otros tantos conciertos para delinquir.

 

Ya no tenemos referentes ni históricos ni políticos, esos hombres de antaño ya desaparecieron y fueron absorbidos por la modernidad, aquellos de palabra, que defendían la sociedad y que con ideas atacaban las amenazas, basta recordar a Jaime Salazar Robledo, Camilo Mejía Duque entre otros para entender que si se puede hacer política, que si hay justicia cuando se combate con ideas, pero no con lo que vemos a diario en el país del Sagrado Corazón de Jesús. Estos se estarían revolcando en sus tumbas en compañía de Jorge Eliecer Gaitán y otros, que si entendían para qué era la vida pública.

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